24 may 2017

Las fuentes de energía renovables serán en unos años las más baratas en el mundo

Un reciente informe elaborado por la ONU arroja una conclusión interesante: la energía procedente de energía renovable será la más barata en los próximos años. En base a los datos recogidos en un estudio por la Frankfurt School Of Finance & Management y Bloomberg, los recientes avances tecnológicos y sus nuevas aplicaciones han permitido un significante abaratamiento en los costes de producción de energía renovable, siendo la energía fotovoltaica y la eólica las más beneficiadas. ¿La consecuencia? Una mayor producción de energía verde a menor coste.

Según el estudio, en 2016 la inversión en instalaciones de esta naturaleza en todo el mundo fue claramente inferior a la realizada en 2015. Concretamente, se dejaron de invertir 227.575 millones de euros, un más que significativo descenso del 23% en instalaciones de energía verde. Pese a ello, los índices de potencia renovable aumentaron más que en cualquiera año anterior, un 9% más que en 2015, es decir 138,5 GW de más, producidos de manera sostenible y ecológica.

Esta tendencia positiva en la bajada de los precios de las energías limpias ha sido confirmada por otro estudio firmado de nuevo por la ONU, en el que además parece confirmarse que esta se va a mantener en los próximos años, permitiendo que sea más barato apostar por ellas. Aun así, los países emergentes no están teniendo en cuenta esta tendencia en su modelo de crecimiento económico, más centrado en abastecer rápidamente la creciente demanda energética. Dicha decisión causará estragos medioambientales a largo plazo a menos que se tomen medidas rectificativas que incluyan modelos más sostenibles, especialmente teniendo en cuenta la creciente importancia de las renovables.

Sin embargo, los países emergentes no son los únicos que están dejando atrás los beneficios de las energías renovables. La ONU señala que habrá crecientes diferencias entre dos bloques: Europa y Australia por un lado, y EE.UU y Japón por otro. El primer grupo de países se han visto implicados en los últimos años en una profunda remodelación de su sistema energético y han apostado por apoyar las fuentes limpias desde todos los frentes, ya sea político o económico. 

Por otro lado, Japón y EE.UU se muestran mucho más reticentes a adoptar medidas, aunque sus motivos difieren. Por un lado, el país nipón se enfrenta a un grave problema de espacio al contar con una cantidad muy reducida de terreno disponible para plantas dedicadas a la producción de energía verde. El caso de los norteamericanos es radicalmente distinto al deberse a una cuestión puramente ideológica, concretamente del actual partido en el gobierno y especialmente del actual presidente, Donald Trump, quien ha llegado incluso a negar la existencia del cambio climático.